jueves, 29 de noviembre de 2012

900 hijos



-Voy a asesinarte, hoy voy a asesinarte. ¿Eso es gracioso? Parecería que te ríes. ¿Quieres reír más? Te incendiare. Haremos un pequeño incendio con tu cuerpo. Todo desaparecerá después: El frio, el hambre, la confusión, la sed. ¿Quieres un padre? Bueno pequeña Judith los padres no son graciosos, los padres no son gente que pretenda alegrarte el día, su negocio es duro: hay que dirigirse a alguna parte, buscar dinero, buscar amigos, buscar otra mujer, no es bueno coincidir con el padre cuando se ha arruinado, son violentos. Por eso te incendiare. Luego comprare un boleto de lotería, entrare a un bar a beber la noche entera, luego saldré como un muerto que se desliza entre otros muertos, sin aliento, aunque estén vivos sin aliento, será divertido tener novecientos hijos contigo y abandonarlos luego. El problema será proponer novecientos nombres. Estoy ebrio y no creo incluso que existan tantos nombres en el mundo. Pero no te preocupes princesa, porque luego al día siguiente iremos a desayunar y compraremos un perro, un perro triste como deben ser los perros porque son amigos del hombre y eso entristece a cualquiera. Así las cosas se pondrán mejor… recordaremos a los héroes del pasado que han muerto por necedades e incoherencias como lo haremos nosotros, con la diferencia de que no seremos llamados héroes si no estúpidos. Pero nosotros refundaremos el mundo. Novecientos hijos y el desecho de su mierda. Novecientas horas malgastadas de vida. Redención y camino sin futuro. Mañanas sin consuelo. Caminaremos de la mano y surgirá de entre la sed el augurio de una nueva casa para los desparecidos de esta guerra… tómame del brazo. Mira el perro. ¿Te gusta este?
-No.
-¿Te gusta este?
-No.
-Eres bastante menor que yo y a mí me gusta este. Debe gustarte este.
-No.
No importa, llevaremos este. Le pondremos “Mamut” ¿Te gusta?
-El nombre si, el perro no.
-Ya te gustará. ¿Parece un mamut, no?
-Sí.
-Bueno, vamos al escondite, ahí te abriré las piernas y comeremos mientras Mamut nos observa gemir. Que gracioso, nunca he tenido un perro… es la primera vez… ¿Tienes dinero? Necesito pagarlo. Gracias. Ahora el perro es nuestro. Abre la puerta. Entra a la habitación. Cierra la puerta del baño. Me gusta tu cabello. Abre más las piernas. Ahora el perro te observaba desnuda, mira su rostro,  corre a esconderse detrás del sillón de la sala. Le das miedo desnuda. Ve por él. Déjalo aquí. Golpéalo. Golpéalo. El perro deberá aprender a aceptar tu desnudes. Tendrá que aprender a saber que una mujer desnuda no es lo peor que podrá ver. Golpéalo más. No importa que llore. Se cagó. Se subió a la mesa. El perro debería largarse de aquí. Debería extinguirse como los mamuts. No tengo humor para cuidar de perros. Es un asco el perro. No llores. Deja de llorar. Mira, aquí le traje algo. Es un hueso de plástico y una correa. Lo tendremos atado en el sitio del lavadero. Ahora el perro intentó escapar. Lo golpearemos más. Ahora le traje otra cosa… ¿Te gusta? Es una placa… es mi placa del ejercito, pero ahora dice su nombre, lo he marcado con la ayuda de un clavo. Ya han pasado tres meses y el perro sigue sin querer comportarse como un perro. No salta, no mueve la cola, no ladra a los ladrones. Tampoco come. Ahora ya no deberíamos llamarlo así. No parece ya un mamut, parece una rata, le apodare entonces rata. Maldita suerte. Todo nos sale mal.

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